Trenes que flotaban sobre aire, autos con motores de avión, barcos que volaban sin despegar… Todos estos vehículos fueron reales, rompieron récords y prometieron cambiar el futuro. Pero ninguno logró despegar comercialmente. ¿Qué salió mal? Este ranking lo revela todo.
10. Aérotrain I‑80: el tren francés que flotaba sobre un colchón de aire

A comienzos de los años 60, Francia estaba en plena carrera tecnológica y buscaba un sistema de transporte terrestre más rápido y eficiente. En este contexto, el ingeniero Jean Bertin desarrolló el Aérotrain, un monorraíl que se desplazaba sin ruedas, flotando sobre un colchón de aire y propulsado por motores a chorro. La propuesta era simple en concepto, pero revolucionaria en ejecución: eliminar toda fricción con el suelo para permitir velocidades jamás vistas en tierra.
El modelo más impresionante fue el Aérotrain I‑80, diseñado para transportar hasta 80 pasajeros. En 1974, alcanzó una velocidad récord de 430 km/h, un número que sigue sorprendiendo si se lo compara con muchos trenes modernos. Estaba pensado para unir París con el aeropuerto de Orly, pero el gobierno finalmente eligió apostar por el desarrollo del TGV, basado en ruedas convencionales.
Con la muerte de Bertin en 1975, el proyecto fue abandonado por completo. Hoy, parte de las vías de prueba siguen en pie como monumento al transporte que pudo haber sido.
¿Sabías que…? El tramo de pruebas del Aérotrain aún puede verse desde Google Maps. Son casi 6 km de vía elevada abandonada en medio del campo, y muchos lo visitan como si fuera un sitio arqueológico futurista.
9. KM “Monstruo del Mar Caspio”: el barco que volaba a ras del agua

En plena Guerra Fría, la Unión Soviética apostó por soluciones no convencionales en transporte militar. Una de las más extremas fue el KM, también conocido como el “Monstruo del Mar Caspio”. Diseñado por Rostislav Alexéyev, era un ekranoplano, un vehículo que usaba el efecto suelo para “volar” a baja altura sobre el agua, combinando lo mejor de un avión y un barco.
El KM medía 106 metros de largo, pesaba 544 toneladas y contaba con 10 motores a reacción que le permitían desplazarse a más de 400 km/h a tan solo 3 metros del mar. Fue creado para transportar tropas y equipos pesados por zonas difíciles como el Ártico, el mar helado o regiones sin infraestructura.
Aunque impresionaba por su tamaño y potencia, el proyecto nunca superó la fase experimental. Tras varios accidentes y un mantenimiento complejo, fue abandonado, aunque su diseño inspiró otros ekranoplanos posteriores.
¿Sabías que…? Durante décadas, los satélites espías estadounidenses no supieron clasificarlo. Creían que era una especie de “avión secreto” gigante, y lo apodaron con temor: “el Monstruo del Mar Caspio”.
8. Mercury Streamliner: el tren que parecía un auto de lujo

En 1936, la empresa New York Central Railroad lanzó un proyecto para modernizar el transporte entre ciudades del Medio Oeste de EE. UU. Encargaron al diseñador industrial Henry Dreyfuss crear un tren que combinara eficiencia, lujo y diseño futurista. Así nació el Mercury Streamliner, una obra maestra del estilo Art Decó.
El tren recorría diariamente la ruta Cleveland–Detroit y se convirtió en sinónimo de elegancia sobre rieles. Con carrocería aerodinámica y acabados de lujo, alcanzaba velocidades de 160 km/h, algo inusual para la época. Su diseño interior estaba tan cuidado como el exterior, con coches comedor, cabinas privadas y asientos reclinables.
Operó hasta 1959, dejando una huella profunda en la historia del transporte ferroviario estadounidense. Fue uno de los primeros trenes en los que el diseño fue tan importante como la funcionalidad.
¿Sabías que…? Henry Dreyfuss también diseñó teléfonos, relojes y electrodomésticos icónicos. Su trabajo con el Mercury marcó un antes y un después en la relación entre diseño industrial y transporte.
7. Monorraíl Alweg de Seattle: el experimento que sigue funcionando
Para la Exposición Mundial de Seattle de 1962, la ciudad decidió apostar por un sistema de transporte vanguardista. Importaron tecnología alemana de la empresa Alweg, que diseñó un sistema de monorraíl elevado, rápido y moderno, perfecto para una feria que celebraba “el mundo del mañana”.
Lo que empezó como un simple atractivo temporal terminó siendo un legado duradero: el monorraíl de Seattle lleva más de 60 años funcionando de forma ininterrumpida. Recorre 2,4 km en pocos minutos y conecta el centro de la ciudad con el distrito de Lower Queen Anne.
Aunque nunca se expandió como se esperaba, se convirtió en uno de los sistemas de monorraíl más longevos y emblemáticos del mundo.
¿Sabías que…? Walt Disney quedó tan impresionado con el monorraíl de Seattle que decidió implementar un modelo similar en Disneyland, sentando las bases de los monorraíles en los parques temáticos.
6. Kalinin K‑7: el avión soviético que parecía un edificio

Durante los años 30, la Unión Soviética experimentó con diseños aeronáuticos extremos. El más impresionante fue el Kalinin K‑7, un avión gigante con una envergadura de 53 metros y una superficie alar de 454 m². Podía transportar hasta 9.000 kilos de bombas y requería 11 tripulantes para operar.
El K-7 fue pensado como un bombardero de largo alcance, aunque también se evaluaron versiones para transporte civil. Estaba armado con múltiples torretas, motores en el borde del ala y una estructura de acero sin precedentes. Su tamaño asombraba incluso a los pilotos de prueba.
El proyecto fue cancelado tras un accidente fatal en su séptimo vuelo, donde murieron 14 personas. Las vibraciones estructurales, su altísimo coste y la falta de precisión en fabricación sellaron su destino.
¿Sabías que…? Algunos documentos soviéticos revelan que se planeaba una versión con cine a bordo para vuelos largos, como si fuera un verdadero “palacio aéreo”.
5. Bennie Railplane: el avión que se montaba sobre un tren

En 1930, el ingeniero escocés George Bennie propuso una forma revolucionaria de transporte urbano: un sistema de trenes elevados que se desplazaban por un monorraíl suspendido, propulsados por hélices eléctricas. Lo llamó Railplane.
Construyó un tramo de prueba de 120 metros en Milngavie, Escocia. El prototipo podía alcanzar velocidades de hasta 190 km/h, lo que superaba ampliamente los trenes convencionales. El vehículo tenía un diseño aerodinámico similar a un avión sin alas y estaba pensado para operar encima de las líneas de tren normales, sin interferir con ellas.
A pesar del entusiasmo inicial, el proyecto nunca fue financiado a gran escala y fue abandonado. El Railplane fue desmontado en los años 50.
¿Sabías que…? El prototipo fue guardado durante años en un galpón. Hoy, solo quedan fotos y una placa conmemorativa en el lugar donde alguna vez corrió el tren suspendido más rápido de su tiempo.
4. Golden Arrow: el auto británico que rompió el récord mundial

En 1929, el piloto británico Sir Henry Segrave se propuso recuperar el récord mundial de velocidad terrestre que había sido arrebatado por los estadounidenses. Para eso, se construyó el Golden Arrow, un auto con motor Napier Lion W12 de más de 1.000 HP, similar al de los hidroaviones de la época.
Con una carrocería aerodinámica diseñada para reducir al mínimo la resistencia, el Golden Arrow alcanzó los 372,46 km/h en Daytona Beach, superando la marca anterior por más de 39 km/h. Fue un éxito total que devolvió a Reino Unido el título de “la nación más rápida sobre ruedas”.
Sin embargo, solo corrió una vez. Después del récord, fue retirado por precaución y se convirtió en pieza de museo.
¿Sabías que…? La cabina del Golden Arrow estaba tan ajustada que Segrave apenas podía mover los brazos. Solo tenía un visor estrecho y un pequeño volante en forma de palanca.
3. Schienenzeppelin: el tren alemán con hélice de avión

En 1930, el ingeniero alemán Franz Kruckenberg presentó al mundo el Schienenzeppelin, un tren experimental impulsado por una hélice trasera. Con un diseño inspirado en los dirigibles Zeppelin, este tren de aluminio alcanzó los 224 km/h, estableciendo un nuevo récord mundial de velocidad ferroviaria en su tiempo.
La propulsión provenía de un motor BMW V12 que movía una hélice de cuatro palas. Aunque su rendimiento era impresionante, su diseño presentaba varios problemas: no podía remolcar vagones, no tenía sistema de frenado adecuado y la hélice representaba un peligro para estaciones y pasajeros.
El proyecto fue cancelado y desmantelado en 1939. Aun así, fue un símbolo del ingenio alemán previo a la Segunda Guerra Mundial.
¿Sabías que…? En una de las pruebas, el Schienenzeppelin rompió récords sin que sus diseñadores lo planearan. Simplemente seguía acelerando sin que los frenos pudieran detenerlo fácilmente.
2. M‑497 “Black Beetle”: el tren a reacción norteamericano

En 1966, en plena fiebre por la tecnología aeroespacial, Estados Unidos llevó a cabo uno de los experimentos ferroviarios más audaces de su historia. Sobre un tren diésel Budd RDC‑3, se montaron dos motores a reacción extraídos de un bombardero B‑36. Así nació el M‑497 “Black Beetle”.
Durante las pruebas, el tren alcanzó una velocidad de 295,87 km/h, estableciendo el récord absoluto en vías convencionales dentro del país. El sonido era ensordecedor y su aspecto parecía sacado de una película futurista.
Pese al éxito técnico, el proyecto fue archivado poco después. Los altos costos, el mantenimiento complejo y los riesgos de seguridad terminaron por cerrarle el paso a esta bestia sobre rieles.
¿Sabías que…? La onda expansiva de sus motores era tan potente que se prohibió realizar pruebas cerca de poblaciones por temor a dañar ventanas o estructuras.
1. Rhino: el vehículo anfibio más extraño de los años 50

En 1954, el inventor Elie P. Aghnides diseñó el Rhino, un vehículo anfibio de cuatro ruedas gigantes, huecas y flotantes. Pensado para zonas remotas como Alaska o Canadá, podía desplazarse sobre barro, nieve, arena o agua sin atascarse.
Pesaba más de 5 toneladas, alcanzaba los 72 km/h en tierra y se desplazaba en agua a 6 km/h gracias a un chorro de agua trasero. Sus ruedas de 2 metros de diámetro eran huecas y actuaban como flotadores, permitiendo que el vehículo se mantuviera a flote.
Aunque fue funcional en pruebas, nunca entró en producción. Era costoso y su utilidad era demasiado específica.
¿Sabías que…? Aghnides también inventó el aireador de grifos, ese pequeño filtro que hace que el agua salga en forma de chorro suave. ¡Pasó de los lavatorios a los todoterrenos!